ARTICLE PUBLICAT A “EL ECO DE BADALONA”
El dia 6 de febrero de 1886:
EL TEATRO,
En general, se tiene una idea muy errónea de lo que es el teatro.
El vulgo y al decir vulgo nos referimos también a las personas que se creen ilustradas y no lo son, que por cierto abundan mucho considera el teatro como un pasatiempo y nada más.
No negaremos que lo sea, pero tiene también otros fines.
El teatro moraliza, ensena y corrige.
El teatro fué la primera base de civilización en la antigüedad, y como decía Terencio, era la fiel imagen de la sociedad, para la cual hacia lo que el lapidario con las piedras aun sin brillo ni belleza. El progreso tuvo el teatro por base en Grecia Aristóteles y Sófocles, fueron moralmente los regeneradores de su patria; la posteridad los va colocado en el puesto que les correspondía pues que ellos inspiraron al pueblo griego el amor a lo bello y a las virtudes cívicas.
El teatro llevó también a Roma su influencia bienhechora, y la populosa ciudad de los Cesares vio sus circos desiertos, aquellas arenas, en donde un numeroso público aplaudía y gozaba con las terribles luchas de los gladiadores y con los gritos de agonía de aquellos que eran presa de las fieras.
Las costumbres perdieron su salvaje crueldad cuando Plauto y Crecencio mostraron los encantos do !a vida intelectual, despertando ideas nobles y sentimientos más benévolos.
Racine, Corneille, Alfieri, Shakespeare, Sebille, Calderón y Lope de Vega, fueron los hábiles artífices que perfeccionaron la obra de los griegos y romanos.
El Teatro Español, fué en un tiempo el más fecundo, el más brillante, el modelo de las demás naciones, y aun hoy, cuenta con preciosas páginas en sus anales- Larra, Ayala, Zorrilla, Hartzembruscb, García, Gutierrez, Cano, Echegaray y tantos, otros han conquistado y conquistan para él inmarcesibles glorias.
El teatro es la fotografía social: ya para ridiculizar y corregir, ya para evocar los hechos grandiosos de la historia, despertar el entusiasmo y prestar impulso a la llama del amor patrio.
El teatro debe ser considéralo como una institución pública, como una alta escuela de moralización social.
Digan lo que quieran los escépticos – Los desafiamos á que nieguen la influencia del teatro en el mejoramiento de las costumbres sociales – Puede el encallecimiento de las conciencias, neutralizar algunas veces sus mejores efectos.
No lo negamos, puede suceder que miles de vicios mantengan alta la frente ante su espejo, que miles de hidalgos sentimientos espiren sin eco – Pero por más que se limite la virtualidad de la escena, por más que se invalide, ¡cuan inmensa es todavía su influencia!
Si no extirpa los vicios, los da a conocer, nos familiariza con elles papa que no nos sorprendan y dominen.
El teatro nos revela el secreto para conocerlos y desarmarlos – Aquí lleva la mano al saber, más allá invoca la religión – De estos purísimos manantiales saca sus ejemplos, para mostrar a los hombres el deber austero, adornado de galanos y seductores colores.
Sensaciones halagüeñas, propósitos saludables, pasiones generosas, todo lo infunde en el espíritu del espectador con la influencia mágica del arte.
El teatro es una escuela, y como tal, no debiera ser descuidado, porque la educación es como la medicina; no debe ser administrada por manos inhábiles.
El teatro es un gran elemento de justicia, porque, forma en los hombres e) espíritu de justicia.
Ya que queremos educar al pueblo, pongamos en juego todos los elementos de la educación: la escuela, la biblioteca y el teatro.
¡Ojalá que nuestro país tuviera más afición al teatro, que así desaparecerían muchas de las diversiones perniciosas a que hoy se entrega!. X.
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